Por: JUAN T H
Voté por Guido Gómez Mazara para secretario general y por Tony Peña para secretario de organización del PRD. Lo hice confiado en que mi voluntad, como la de muchos como yo, sería respetada. Pero no ha sido así. La voluntad de las bases del partido ha sido escamoteada nueva vez. Suele ocurrir. Ya es parte de la cultura política del país. El que no gana, arrebata. La gente se levanta temprano, hace la cola, soporta el calor y la lluvia. Escucha los delegados, las ofertas decentes e indecentes, las insinuaciones, los llamados al orden dentro del desorden. No hay desesperación. La conciencia cívica invita al sufragio. Todos votamos tranquilamente sin mayores dificultades. Pero cuando termina la votación, cuando nos hemos marchados los votantes entra en acción una fuerza poderosa, casi invisible, que lo cambia todo. Y en un abrir y cerrar de ojos, el que ganó perdió, y el que perdió ganó. Es un acto de magia. Un apagón democrático que lo invierte todo. Es la negación del proceso electoral, es el fraude de los poderosos, de los que se colocan por encima de la gente, los que se consideran con fuerza y poder para alzarse con el santo y la limosna creyendo que nada pasará, que “acta mata voto”, que el pataleo durará poco, que la protesta será de unos días. ¡Como siempre! Y echarán en una fosa la voluntad popular. Mi voto, y el de muchos como yo no sirvió para nada. Mi voluntad, expresada en la urna, ha sido nuevamente pisoteada.
La convención del PRD se desarrolló sin árbitros para garantizar el “triunfo” del presidente del PRD. No había forma de garantizar unas elecciones limpias. El fraude estaba montado desde el momento en que todos los miembros de la Comisión organizadora pertenecían a la cuadra del presidente del PRD.
No tengo ninguna duda, sin embargo, que Guido y Tony, ganaron las elecciones. Que no es cierto que Guido haya obtenido un 40%. Su votación sobrepasó el 50%, al igual que Tony, lo que constituye una derrota de consecuencias incalculable para quienes aseguran tener el 99.9 de la militancia del PRD. Aun en el hipotético caso de que Guido obtuviera el 40% de los votos, significa una derrota para el PRD. Es muy simple. Lógica elemental. Sentido común. ¿Cómo puede ser líder de un partido quien convoca al Comité Ejecutivo y tiene que sacar de un plumazo a casi mil de sus miembros para hacer mayoría? El triunfo de Guido y el de Tony, ¿no ponen en entredicho ese liderazgo que aparece en encuestas caseras realizadas por empleados? ¿A que le atribuirán la baja votaciones en la convención? Un partido con un millón 200 mil militantes y un padrón abierto superior a los cinco millones de personas, ¿y no votaron ni 300 mil personas? ¿Qué significa eso? ¿Fortaleza o debilidad? Los líderes no les escamotean la voluntad a los pueblos. La voluntad de la gente, cuando se expresa democráticamente es sagrada para los líderes. Por lo menos eso fue lo que enseñó el líder de verdad, José Francisco Peña Gómez. En la convención del pasado domingo el único perdedor fue Miguel Vargas Maldonado. Lo advertí hace mucho: Guido Gómez Mazara asumió un reto calculado. Sabía que ganaba de cualquier modo, incluso perdiendo. Los resultados del proceso de convención me dan la razón. De igual modo dije hace mucho que Miguel Vargas cometió un error sacrificando la estrategia por la táctica, que se creó un problema innecesario al tomar casi por la fuerza al PRD, un partido muy difícil de controlar y de manejar. Ya comienza a pagar el precio de su error. Y todavía no es nada... Lo mucho, dice la gente, hasta Dios lo ve…
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